Alejandra estaba acostumbrada a vivir una vida modesta pero feliz y tranquila en Miami al lado de Lucía, su mamá. Desde muy pequeña cultivó una relación cálida y muy cercana con ella, que se afianzó con la trágica muerte de Emilio, su padre.
La tragedia de Alejandra comenzó el día en que descubrió, de manera sorpresiva, que su mamá era inmigrante ilegal. A pesar del dolor que le causó el silencio que su madre guardó, Alejandra decidió acompañarla cuando ésta fue deportada de los Estados Unidos, dejando la vida que había construido en Miami. Fue así como supo que tenía familia en un país que desconocía por completo.
La bienvenida que les da su tía Verónica, es, al parecer, cálida y amistosa, pero en realidad detrás de la máscara se esconde el profundo odio que la mujer siente por su hermana, Lucía. Alejandra se alegra de conocer a su tío político, Roberto, y a su primo Santiago, quienes se comportan sorprendentemente amables con ella. Santiago se alegra de conocer a su prima y Roberto le anuncia que entrará a la misma escuela en la que estudia su hijo.
La misma noche de su llegada al país, Alejandra es invitada a una fiesta donde sus futuros compañeros celebran el fin de las vacaciones. Sin saberlo, al aceptar asistir, la muchacha está firmando su sentencia, pues esa noche comenzará la tragedia que marcará su vida.
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